miércoles, 29 de marzo de 2017

Friki nivel Dios



Soy muy fan de los programas para adelgazar que hay en la tele. Hace un par de años, una tarde de domingo en la que estaba bastante aburrida descubrí “Cambio radical”, ese espacio que presenta el estupendísimo y fibradísimo Chris Powell. A los dos minutos de ver uno de los episodios, me fascinó tanto el concepto que he procurado seguirlo con el paso del tiempo. Como soy más de series en netflix o HBO, me hice mi propia selección de capítulos de youtube para poder verlo cuando quisiera. De modo que, un par de veces por semana a la hora de cenar, veo el sufrimiento de personas que pesan más de ciento cincuenta kilos para conseguir alcanzar un cuerpo saludable.

Hace un par de meses, en su cuenta de instragram, el matrimonio Powell anunció que iban a lanzar una app para teléfonos móviles con la que ponerse en forma y aprender a comer de forma saludable. Como persona que ha perdido 47 kilos en los últimos cuatro años, siempre procuro estar bastante al día de estas cosas. Nunca está de más conocer recetas nuevas y rutinas de deporte complementarias a las que ya hago. Entré en la web en la que se daba más información sobre este programa y allí encontré la posibilidad de acceder a una de las suscripciones gratuitas que se sorteaban para celebrar la puesta en funcionamiento de la aplicación. Lo único que se tenía que hacer era enviar un mail explicando por qué debías ser escogido. Y sí… Como mi frikismo es nivel Dios redacté ese correo contándoles mi experiencia con el peso a lo largo de los años y cómo había sido el proceso para disfrutar de la vida que tengo ahora. Mandé el testimonio y me olvidé de él. Hasta ayer, día en el que se lanzaba la app de forma oficial y me encontré con un mensaje en el teléfono en el que se me informaba de que podía disfrutar de tres meses de suscripción gratis porque mis palabras “have moved us in a deep way”. Vamos que los debí emocionar.

Y nada… Aquí estoy trasteando el programita y tomando nota de algunos de los consejos que dan porque me parecen bastante útiles. No hay como ser rarito para que te pasen cositas así.


lunes, 27 de marzo de 2017

Instantes


Siempre me ha gustado la lluvia. Tal vez porque me crie en un lugar en el que las nubes son la excepción y no la regla. O quizás porque el aroma a tierra mojada me activa la mente. Hoy es uno de esos días en los que veo llover a través del cristal y me siento afortunada de trabajar en lo que me gusta. Hace ya algunos años que la vida me llevó a tomar una de las decisiones más importantes: Tener un curro de 9 a 18 del que me quejaba a todas horas y que me tenía amargada, o arriesgar. Conseguir lo que siempre había soñado. No fue fácil, la verdad. Sigue sin serlo. Pero, en momentos como este, en los que solo tengo que mirar la pantalla de mi ordenador y teclear, doy gracias por haber sido fuerte y haber antepuesto mis deseos a cualquier otra cosa.  Ahora mismo, me siento afortunada por teneros ahí… al otro lado

viernes, 24 de marzo de 2017

Historias del bar (1)


Hace un rato he ido a la cafetería del despacho a por algo de cafeína. Cuando te quedas hasta las cuatro de la mañana leyendo y te levantas a las siete, necesitas varios litros para poder funcionar. Mientras esperaba a que me sirvieran ha entrado una chica alta, morena y me ha llamado la atención por lo divina de la muerte que iba vestida. Pantalones negros, sin duda alguna de Boss, blusa blanca que tenía bastante aspecto de ser de la colección de primavera de Tintoretto y unos taconazos maravillosos.  Lucía una de esas imágenes de revista de moda que tanto nos encandilan y sí, yo también me he enamorado hasta que la criatura ha abierto la boca.
—Ponme un café con leche
—¡Enseguida! —le ha respondido el camarero que es un amor de hombre.
—Pero házmelo cargadito. No ese “aguachichi” que te sale de vez en cuando.

Cri, cri, cri…

miércoles, 22 de marzo de 2017

El yoga de la muerte


Una de las cosas a las que me he aficionado recientemente ha sido al yoga. Al margen del deporte que practico casi a diario, necesitaba una actividad física que me sirviera para conseguir algo de paz y equilibrio.  Así es que, hace unos meses decidí probar una clase en el gimnasio. La verdad es que salí encantada. Tanto que, desde entonces, al menos un día a la semana intento dedicarle una horita a la paz espiritual.


Esta mañana estaba preparada para darlo todo cuando ha aparecido una señora nueva que nos ha informado que la clase la iba a dar ella. Hasta ahí todo bien. Qué más da quién me calme el alma si lo hace bien, ¿verdad? Todo iba bien hasta que la mujer ha empezado a decir: “Inspirad, expirad”. Al principio he pensado que a lo mejor se había equivocado. Sin embargo, en cinco minutos nos ha matado a todos como cuatrocientas veces. Yo he intentado concentrarme en lo mío. Pero cada vez que decía lo de “expirad” yo me veía muerta en el suelo del gimnasio. Y con un ataque de risa lo más discreto que podido me he salido de la clase. 

Veinte minutos después ha llegado casi todo el mundo al bar con el mismo cachondeo. Ellos también se han visualizado muertos y no les ha gustado nada el tema. Ahora estamos decidiendo quién le explica a la buena mujer lo de inspira y espira porque mañana no nos apetece que nos vuelvan a matar…