martes, 9 de junio de 2015

Persiguiendo un sueño





Cuando tenía cuatro años no jugaba con muñecas. Me conformaba con un lápiz y un papel. No porque en casa fuéramos pobres, sino porque para mí el mejor juego del mundo era contar historias. Por aquella época mi público eran los Nenuco y las "Barriguitas". Ellos fueron testigos de los primeros relatos que fui capaz de crear. Con el tiempo aquella pasión fue creciendo. A los diez años mis compañeros de clase escuchaban con atención las redacciones que escribía en el colegio. No porque fueran interesantes. Más bien porque eran mis amigos y mientras yo leía en voz alta no había que hacer otras tareas más aburridas.
Cuando llegué a la adolescencia hice lo que todas mis amigas. Me compré un diario y volqué en él todos mis pensamientos y sueños. Aún lo conservo. Pero tengo que confesar que no he sido capaz de volver a leerlo. No creo que pudiera soportar de nuevo la niña/mujer que fui.
Luego los años, la universidad y mis primeros trabajos me mantuvieron un poco alejada de la escritura creativa. Sin embargo seguí juntando letras en el apasionante mundo de los medios de comunicación. En ocasiones y, solo con los más allegados, daba rienda suelta a la imaginación con un juego que se mantiene vivo en la familia en la actualidad. Como si fuera Meryl Streep en "Memorias de África" me dedicaba a regalar relatos a quien me ofreciera tres palabras. Daba igual cuáles fueran, que tuvieran o no significado. En cuanto las escuchaba me lanzaba enseguida a escribir una historia.
El tiempo y la vida me llevaron hace un par de años a tener la oportunidad de escribir mi primera novela. Historia que ha terminado convirtiéndose en una trilogía como bien sabéis quienes me seguís.
Con "Bésame mucho" y "Bésame ahora" se ha cumplido más que de sobra aquel sueño que un día tuve. Hoy, una lectora me ha hecho llegar este enlace Las 10 novelas más calientes de la Feria del Libro de Madrid. Tengo que confesar que no lo esperaba en absoluto. Hay tantas autoras y tantos libros... Son tantas las opciones para leer que el simple hecho de poder estar en un evento como el que se está celebrando en Madrid durante estos días es ya un privilegio.
No encuentro palabras para agradeceros a todos el apoyo y la fe en mi trabajo que habéis demostrado durante los últimos meses. Yo simplemente os puedo decir que nunca dejaré de ser aquella niña de cuatro años inmensamente feliz con un lápiz en la mano frente a un trozo de papel.