miércoles, 22 de marzo de 2017

El yoga de la muerte


Una de las cosas a las que me he aficionado recientemente ha sido al yoga. Al margen del deporte que practico casi a diario, necesitaba una actividad física que me sirviera para conseguir algo de paz y equilibrio.  Así es que, hace unos meses decidí probar una clase en el gimnasio. La verdad es que salí encantada. Tanto que, desde entonces, al menos un día a la semana intento dedicarle una horita a la paz espiritual.


Esta mañana estaba preparada para darlo todo cuando ha aparecido una señora nueva que nos ha informado que la clase la iba a dar ella. Hasta ahí todo bien. Qué más da quién me calme el alma si lo hace bien, ¿verdad? Todo iba bien hasta que la mujer ha empezado a decir: “Inspirad, expirad”. Al principio he pensado que a lo mejor se había equivocado. Sin embargo, en cinco minutos nos ha matado a todos como cuatrocientas veces. Yo he intentado concentrarme en lo mío. Pero cada vez que decía lo de “expirad” yo me veía muerta en el suelo del gimnasio. Y con un ataque de risa lo más discreto que podido me he salido de la clase. 

Veinte minutos después ha llegado casi todo el mundo al bar con el mismo cachondeo. Ellos también se han visualizado muertos y no les ha gustado nada el tema. Ahora estamos decidiendo quién le explica a la buena mujer lo de inspira y espira porque mañana no nos apetece que nos vuelvan a matar…  

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