Hay personas que nos joden la vida. Y no me refiero a esas con
las que nos cruzamos en un momento puntal. Hablo más bien de aquellas a las que
parecemos atraer en plan imán, a las que permitimos acceder a nuestro interior
y quienes, una vez ahí, arrasan con todo como el amigo Atila. Cualquiera de
nosotros podríamos escribir miles de palabras explicando diferentes experiencias
con este tipo de seres a los que, personalmente, no les deseo nada malo. Pero para
empezar me gustaría que les entraran unas cagaleras del demonio y tengan el
váter más cercano a mil kilómetros.
Sin embargo, hoy no quiero escribir sobre estos personajacos,
sino que me apetece reflexionar sobre la gente buena. Sí…haberla hayla. Como
las meigas. Esos pequeños tesoros que hay que saber encontrar y, lo más
complicado, ser capaces de conservar. Solemos estar rodeados por mediocres,
cutres e hijos de puta en general. Eso es así. Otra cosa es que queramos echar
mano del optimismo y del buen humor para levantarnos de la cama cada mañana.
PERO, como decía Serrat “de vez en cuando la vida nos besa en la boca” y pone
en nuestro camino a seres que, por una razón u otra son especiales, mágicos y
lo más importante… Buenos.
En mi caso, mis pequeñas hadas madrinas están escondidas
detrás de cada una de vosotras que me seguís, que bromeáis conmigo día a día,
esas mujeres que me hacen sonreír con sus ocurrencias y sus anécdotas. Vosotras
que inspiráis algunas de mis historias y a partir de las que creo algunos de
mis diálogos. También estáis vosotros… Con los que reflexiono, me peleo y
también me río a placer. Me siento afortunada por teneros.
Muchos me preguntáis qué me pasa en los últimos tiempos y,
aunque no soy persona de dar explicaciones, os lo voy a contar. Estoy cansada
del MAL. Sí, así con mayúsculas. Veo cosas que no me gustan, leo muchas que me
espantan (y no porque sea de las que se limpia el chirri con papel de seda),
veo caer hostias como panes a personas que ni se las ven venir, ni se las
merecen…etc. Como eso ni va conmigo, ni me gusta, ni lo quiero cerca de mí pues
me he dedicado a limpiarme el aura o, como decía un poeta que conocí, a lavarme
el coral en el río. No estoy rara, ni enfadada, ni mucho menos triste.
Simplemente tengo el acceso limitado a mi vida y a mi persona. Bastante restringido, a decir verdad. Solo
quiero gente que me sume, no que me reste. Personas en las que pueda confiar
una tarde tomando un café y con las que no tenga que estar midiendo mis palabras,
no vaya a ser que media hora después esté subida la conversación en cualquier
muro de Facebook. En definitiva… Humanos sanos.
Si pertenecéis a ese género… BIENVENIDOS. Si no ya sabéis… Aire que
vol dir vent
El MAL bien lejos, sí. Quedémonos con esa gente mágica ;)
ResponderEliminarTú sé siempre tú, y los verdaderos amigos, te querrán por cómo eres, como sientes o como te muestras. Yo soy de las últimas en llegar y espero conservar tu amistad.Un abrazo.
ResponderEliminarHumanos buenos,humanos sanos! Aún hay y eso es maravilloso!
ResponderEliminarDe los otros,de los Mal,también hay lamentablemente.
Es bueno hacer limpieza y alejarnos de aquellos seres que nos roban la paz y armonía.
Vos sostiene una persona fantástica, me encantas!
Bien por vos!