miércoles, 19 de noviembre de 2014

Y si fuéramos tres

Escribía un nuevo capitulo de mi novela. Era el único modo de alejar de la mente las dudas y el temor ante la necesidad de darle un nuevo giro a mi vida. Pero era casi imposible. Cada vez que tomaba aire para tratar de calmarme, un aroma a limón lo impregnaba todo y unos ojos verdes parecían estar observándome todo el tiempo. Me levanté para coger algo de abrigo. Al ponerme la chaqueta gris con la que solía trabajar me impregnó otro aroma menos intenso pero muy familiar.

Traté de avanzar con el texto en el que estaba trabajando pero era casi imposible. Los recuerdos se mezclaban en mi mente. Las noches de sexo desenfrenada, las tardes de ternura en sofá del salón de casa mientras veíamos una película. Y entonces mi cerebro se activó. Cómo sería mi vida si me atreviera a mezclar aquel hombre que era puro sexo andante con otro mucho más pausado y tradicional. Dejé volar mi imaginación. Me trasladó a una cama enorme en la que estábamos los tres. Excitados, entregados, dando rienda suelta a esa pasión que hacía tan poco que había descubierto.

Sentía cuatro manos sobre mi cuerpo, veinte dedos, dos bocas. Solo había placer. No existía nada más. Ni si quiera me importaba entregarme a dos hombres a la vez. Lo quería todo. En aquel mismo instante. Atrás quedaron las dudas, la toma de decisiones, saber lo que me convenía y lo que no. Allí estaba siendo suya. De los dos y lo más curioso era que me sentía bien, libre, sexy, poderosa. Tal vez aquella fuera la solución. Quizás aquellos dos cuerpos eran los que me complementaban y solo lograría estar bien si tenía todo aquello al mismo tiempo.

9 comentarios :